Un sábado cualquiera


Fue en verano en que sucedió, de súbito,
aquella secreta comunión.
Los soles de las cosas se fueron fraguando
en efímeros silencios,
desliz de una ausencia dilatada,
albacea de tu reticencia.
Unión de todas las cosas.

Nos miramos y fue como mirar el propio sol.
¿Habrá el verbo mirar si no es contigo?

A la brisa del mar, el corazón disperso
busca orillas de ti que no han sido exploradas.
Giro de timón que alcanzó tu naturaleza,
asidero de mis labios, espacio de dolor,
vestigio de delirio en el que nunca he estado.
Lugar en que todo se disuelve.

Ebriedad fascinadora de un instante.
Breve aleteo sobre la arena que se torna volátil.

Trazos que evocan nostalgia
de una playa profanada.
Arrebato de ola devorada,
efervescencia de una noche de verano,
un sábado cualquiera,
en el que aún espero redención y retorno.

La vuelta de lo que nunca duerme.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Nada tengo yo qué decir.

Revelación