Sueños de fútbol
Y por un momento olvidó, o no quiso recordar, que ella era superior a todos los demás. Y cayó en la trampa de su propia superioridad. Volvió sus ojos brillantes hacia Alter y le dijo: ‹‹llegas tarde››. Después de cientos de miles de millones de años, pensó en él, de pronto, como el único. No en las combinaciones que, a través de dos o tres líneas continuas, lograban traspasarla, sino en el sonido en sí de lo que una vez fue. Era ahora el equivalente de un recuerdo borroso: ondas rojas, amarillas y verdes que resonaban en el universo. La envolvía un leve recuerdo de ruidos sonoros que ya no oía, que ya no podía oír. El nuevo campo aguzaba sus recuerdos de tantos y tantos movimientos antiguos que ahora le costaba realizar. Redujo la velocidad y la energía se sumó a la totalidad de su individualidad. Sus trazos se extendieron más allá de las estrellas. A lo lejos, le llegó una señal que no pudo reconocer, pero que capturó enseguida y la guardó para la posterida