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Mostrando las entradas de abril, 2018

Revelación

...Más allá de la materia, más allá de lo que ves, hay vida. Todo lo que ves a través de los ojos está muerto; lo que está vivo, escapa al ojo humano. Tienes el poder de crear, de crear vida donde no la hay. Tienes que ir a ese lugar, al lugar donde empezó todo, a la fuente de energía genuina y traspasar la delgada línea de la ilusión para conectarte con el mundo real, para que puedas ver, pero ver de verdad. Para que puedas absorber la belleza e imbuirte de ella, para que puedas abrirte a un mundo de posibilidades infinitas. Sólo tienes que creer, creer que es posible, creer que hay algo más, aquí mismo, delante de tus ojos y serás capaz de ver belleza donde otros sólo ven caos. Estás aquí y no es casualidad, se llama sincronicidad, te has sincronizado con nuestra energía, la misma energía que nos trajo a todos a este lugar. Los sueños, las intuiciones, los presentimientos, son tus guías, las migajas de pan de Hansel y Gretel para volver a casa, síguelas y te llevaran a casa, simplem

Flores en el mar

Subo y vuelvo a subir, unos ojos grandes que parecen estrellas me miran desde arriba y dejan caer sus chispitas de colores. Estoy tomando un baño de estrellas, sí, esos baños sí me gustan, no como los que me obliga a darme mamá. Me elevo hasta llegar a la luna que desde abajo, con mi telescopio, se ve muy chiquita, pero aquí, se hace grandota; hasta la puedo explorar y me deja pisar sus granitos microscópicos que se sienten como burbujas al reventar… voy pintando mis huellitas como cuando pinto huellas en el mar. Aquí todo es azul como el mar, a veces se pinta de negro, pero luego vienen esas lámparas que parpadean sin parar y la atmosfera se llena otra vez de luces azules, blancas, rojas y amarillas, como fuegos artificiales chispeando en un cielo de cristal. Después escucho una canción que me arrulla, pienso que, seguramente, ese es el canto lunar del que me hablaba mi abuelita cuando me contaba sus historias para ponerme a soñar. Luego pienso que el negro aquí no es negro, sino un

Nada tengo yo qué decir.

Nada tengo yo qué decir de la ciencia ficción, a menos que sea de la ficción y de la ciencia que noche y día sorteo en esta gravedad cero que se ha convertido mi vida desde que dejé el ciberespacio para dedicarme a la colonización. Y para ello no necesito un cerebro positrónico, ni robots revoloteando en mi imaginación como si fueran un efecto mariposa en un campo electromagnético de fusión, porque poseo la capacidad de la telepatía que me permite transmitir a través de ondas de radiación. Tampoco necesito una máquina del tiempo que me transporte al pasado para encontrarme con mi clon y repetir el simulacro que vengo repitiendo como un bucle infinito en este multiverso de manipulación. Mucho menos requiero viajar al futuro para pulsar un botón que acabe con la guerra de las galaxias y la de los mundos de un sólo jalón. No quiero resolver los problemas planetarios de la Tierra, Marte, Saturno, Júpiter y el enano Plutón. Me basta con arreglar mi paradoja temporal y líbrame de los virus